BREVE
REPASO HITÓRICO DE LA SANTA CASA DE MISERICORDIA DE OLIVENZA
l.-
Introducción histórica |
El
veinte de noviembre de 1501 se instituyó en Olivenza la cofradía de la
Misericordia, que contó con el visto bueno del rey lusitano D. Manuel.
Las
primeras reuniones de la hermandad se celebraron en una de las dependencias
de la Casa Consistorial, pero el culto a la imagen de la Misericordia les
obliga a erigir una capilla en la primitiva iglesia parroquial de Santa María
del Castillo, donde estuvo hasta el año 1520, cuando los hermanos deciden
desplazarse a la ermita del Espíritu Santo.
Muchas
fueron las donaciones que los oliventinos efectuaron al Establecimiento, y
que sirvieron para llevar a cabo sus objetivos primordiales: " o
curativo de todos os enfermos e enfermas que querem recolherse a mesma afim
de serem curados sendo pobres e necesitados.
Cuidar de todos os meninos expostos, filos de pais incógnitos de
legitimo matrimonio quando morram o enfermao suas mais, sendo seus pais
pobres, dedicarse ainda ao cuidado dos prezos”
Como
se recoge en el privilegio de siete de mayo de 1511, trece son los hermanos
que componen su Junta Directiva, entre los que sobresalen el proveedor,
escribano y tesorero.
La
importancia social de las Misericordias hizo que gozasen de un elevado número
de privilegios. Cuarenta fueron los concedidos a la de Olivenza, de los que
dieciséis se le otorgaron directamente, y el resto tras permitírsele
disfrutar , el 17-II-1706, de los mismo que poseía su homónima de Lisboa.
En ellos se aluden a temas relacionados con los presos, expósitos,
composición de la hermandad y un largo etcétera.
El
5-XI-1886 se consigue un largo sueño que desde mediados del XIX rondaba a
todas las juntas directivas: el encargar a un grupo de hijas de la Caridad
el cuidado de los pobres y enfermos que ingresaban en el Establecimiento.
Desde entonces siguen realizando con renovado esmero y entusiasmo su labor.
En
cuanto al edificio del Hospital se refiere, una vez que los hermanos toman
posesión de la ermita, se inician una serie de obras encaminadas a edificar
un hospital, anexo a la capilla, contando con el apoyo real, quien en 1553
ordena la concesión de 40.000 reales, durante dos años, al Establecimiento,
sacados de las rentas del concejo
A
la iglesia se accede por una puerta adintelada de mármol con columnas
toscanas que sostienen un entablamento liso y un frontón triangular con heráldica
portuguesa, rematándose con dos esferas armilares en sus vértices
inferiores y una cruz en el superior. Por encima del pórtico se levanta un
vano rectangular, coronado con frontón triangular similar al del portal.
Culmina el frontal de la iglesia en una espadaña que alberga el campanario.
Ya
en el interior del templo lo que más llama la atención es la especial
armonía de las artes que invitan al recogimiento. La obra, de una sola nave
y bóveda de cañón, presenta, en la cabecera, el altar mayor separado del
resto de la nave por una verja y tres escalones.
A
sus pies se alza el coro, apoyado sobre una arquería sostenida por columnas
de mármol con capiteles jónicos.
Anexa
a la iglesia surge la sacristía, tal vez la parte que menos alteraciones ha
sufrida del edificio.
Tres
típicos retablos lusitanos engalan la nave. El mayor, de composición
similar a los de las parroquiales, busca la profundidad típica de los
retablos oliventinos, merced al camarín y a la gradación de sus columnas,
con objeto de que todas las miradas converjan en la tribuna, lugar donde se
ubica el sagrario. Obra propia del barroco joanino, se construye hacia 1723,
siendo necesario suprimir el túmulo que existía en este altar, junto al
lado del Evangelio, donde descansaban los restos de uno de los primeros
benefactores, el padre Fernao Afonso, clara imitación del que se alzó en
la iglesia de Santa María Magdalena en honor de Fray Enrique de Combra.
Una
vez terminado el retablo mayor no se doró por su elevado importe. Se
mantuvo en "blanco" hasta 1772, año en el que la Junta Directiva
firma contrato con los pintores elvenses Eugenio e Ignacio José Mendes.
Existen
otros dos retablos colaterales, anteriores al mayor, también barrocos, que
presentan como temática: "La venida del Espíritu Santo" y "La
Misericordia"
La
mayor parte de los azulejos de la iglesia datan de 1723, aunque ya en 1716
llega una partida desde Lisboa. Soeiro Torrinha piensa en Manuel dos Santos
como autor de los azulejos del altar mayor, que son los encargados en 1716,
y los de la nave, propios de 1 723.
Tanto
unos como otros narran pasajes de la Biblia relacionados con las obras de
misericordia. Así, en la capilla mayor, al lado del Evangelio, se reconocen:
la parábola del Buen Samaritano, a Ocozías visitando a Joram, ambas
relacionadas con la atención y cuidado de enfermos; a Rebeca dando de
beber, para aludir a la obra de misericordia dar de beber al sediento.
En
el lado de la Epístola aparecen Isaí procurando comida a Daniel para que
lleve a sus hermanos, clara alusión a la obra de caridad dar de comer al
hambriento; a Tobías levantándose de la mesa para enterrar a los muertos,
o a Loth dando posada a los peregrinos.
Los
azulejos de la nave, firmados por Manuel dos Santos en 1723, presentan
amplios paneles como el momento en el que Dios Padre envía su sustento a
Daniel que se encuentra en el foso de los leones, o el del lado de la Epístola
, donde se narra como Moisés hace brotar el agua de la roca para dar de
beber a su pueblo. Otros paneles menores son el que se refiere a la curación
del paralítico por parte de Jesucristo, en el lado del Evangelio, o, en el
opuesto, Dios Padre enviando unas vestiduras a Adán y Eva.
Otro
de los campos artísticos en los que sobresale la Santa Casa es el pictórico.
En su consistorio se pueden admirar diez "bandeiras" rodeadas de
un fuerte encanto y sabor lusitano, que hacen alusión a la pasión y muerte
de Jesucristo, a excepción de dos que presentan como tema a la Virgen de la
Misericordia, quien cobija bajo su manto a todo el pueblo portugués, entre
los que se reconoce la figura de Frey Miguel de Contreras, considerado,
junto con la reina Doña Leonor, el principal artífice de la aparición de
las Misericordias.
La
mayoría de ellas fueron trazadas 1724 y 1725.
Pero
si la Santa Casa brillaba con luz propia en los campos mencionados, no menos
importancia debe mostrarse al de la imaginería, destacando dos crucifijos
de inigualable talla. El más antiguo de ellos se encuentra sobre el altar
mayor, de finales del XVII , encarnándose en 1704 por el elvense Agostinho
Mendes, siendo necesario restaurarlo en 1804. De dicha imagen faltan el
resplandor, clavo y tútlos, todos ellos realizados en plata, que fueron
requisados por las tropas francesas tras su entrada en la villa.
En
el consistorio se puede admirar uno de los mejores ejemplos de crucificados
de la primera mitad del XIX. La perfección de sus trazos y su realismo no
tiene par. Fue labrado en 1818 por el escultor real portugués Joaquim Jose
de Barros.
No
debemos pasar por alto una de las más hermosas obras de forja de la villa,
nos referimos a la que embellece el patio de entrada al Hospital, ejecutada
por el oliventino Joaquín
Cupido en 1863
Bibliografía:
Vallecillo
Teodoro, M. A.
Historia
de la Santa Casa de Misericordia de Olivenza (1501-1970). Olivenza, 1993
|